Sonora: Un romance entre el mar y el desierto
- VAMO Agencia
- 14 ene
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Actualizado: 16 ene
Quizás aún no conozcas este lugar o quizás sí, pero algo que puedo asegurarte es que al final coincidiremos en decir: ¡qué lindo que es México! Y no importa en qué época del año leas esto, este país es maravilloso. Quiero contarte en estas páginas acerca de Sonora, parece un nombre de una productora musical, pero no, aunque en cada rincón de este maravilloso lugar escucharemos melodías naturales inigualables que sumarán a nuestro repertorio musical de este viaje llamado vida. Es que Sonora es así, un estado sorprendente que te invito a conocer a través de estas líneas.
Me tomó unos cuantos minutos entender por qué se eligió Sonora para la sección turismo de esta primera edición. Sonora es un compuesto complejo de culturas, sabores y paisajes que invita a perderse para encontrarse.
Si navegas por su página oficial visitsonora.mx y deslizas solo un poco para abajo, verás un botón para descargar la guía turística del lugar. Organizados los sonorenses, comenzamos muy bien. Son 28 páginas de un recorrido digital por lo mejor del estado.
El documento narra en sus inicios: “Somos cuna de los Seris, Yaquis, Mayos y otras cinco etnias indígenas que nos dan identidad y valor. Somos famosos por nuestras bellas mujeres y por la mejor carne asada del mundo.”
Eso de la carne asada me intriga. No por las ganas de querer probarla, pues quien les habla es vegetariana hace más de 8 años, sino por el curioso hecho de que todos en México aseguran tener “la mejor carne”. Así que imagino que los sonorenses tienen algo especial. “¿Qué será?”, me pregunté. Y, vaya sorpresa, investigando descubro que en realidad cuando hacen carne asada, ese suceso se convierte en un ritual, un mágico momento. No es solo el sabor, es la ceremonia: encender el carbón, sentarse en círculo, las charlas que fluyen mientras la carne se dora lentamente al compás de un compartir de amigos, una pedida de mano o cualquier momento para celebrar. No es solo la comida, es la experiencia completa.
Pero Sonora es más que eso, mucho más. Se caracteriza por ser una tierra árida, con un desierto que se extiende hasta donde alcanza la vista. Hay algo poético en los cactus solitarios y las montañas rojizas que parecen encenderse al atardecer. Pienso en lo contrastante que puede ser ese paisaje a los ojos, con respecto a los estereotipos que uno podría tener de México. Aquí, el tiempo parece ir más lento. El desierto no se apresura, y tampoco deberíamos hacerlo nosotros.
En mi investigación, un nombre suena fuerte: el Desierto de Altar. Uno de los desiertos más grandes de Norteamérica, con dunas que parecen sacadas de un sueño. Durante el periodo de “El Niño” las temperaturas pueden superar los 80°C. Reflexiono qué fuerte puede llegar a ser la capacidad del ser humano para adaptarse, en estos pueblos dentro del estado que aprendieron a vivir en un entorno tan hostil. Los Tohono O'odham, también conocidos como pápagos, tienen un vínculo espiritual con este paisaje. ¿Qué se sentirá caminar sobre esas dunas, sabiendo que cada paso te conecta con siglos de historia?
Otro pueblo del que hablan repetidas veces son los Yaquis y su ancestral danza del venado, una representación de la vida y muerte del venado, un animal sagrado para los Yaquis. Imagina los movimientos del danzante y el sonido de flautas de carrizo, sonajas y tambores, siente que estás allí, aunque sea por un instante.
Si el desierto parece inmenso, la Sierra Madre Occidental rompe esa monotonía. Como puedes ver, en esta región los paisajes cambian, dando la naturaleza un giro de 180 grados. Las montañas verdes desafían el calor del desierto. Aquí, el pueblo de Álamos, llamado “la ciudad de los portales”, parece un viaje en el tiempo. Sus calles empedradas y sus casonas coloniales invitan a detenerse a contemplar y a escuchar los sonidos de un pasado anónimo que aún resuena entre sus paredes.
Ahora, detengámonos en su capital. En Hermosillo, se respira modernidad. La ciudad vibra con una mezcla de tradición y contemporaneidad. La gastronomía es variada, tanto en los puestos callejeros como en los restaurantes. Leí por ahí que uno no puede irse de Hermosillo sin probar sus “Dogos”, considerados como los mejores hot dogs a nivel mundial: pan artesanal, salchicha envuelta en tocino, ingredientes frescos, salsas o aderezos y por supuesto, el toque especial de cada cocinero. Una explosión creativa de sabor.
Hablando de creatividad, hay un rincón a orillas del Mar de Cortés que captura mi atención: San Carlos. Se trata de un destino popular cerca de Guaymas, con aguas tranquilas, arenas doradas y paisajes impresionantes, ofreciendo un respiro del calor del desierto. Imagina vivir la sensación de hundir los pies en la arena mientras el sol se oculta en el horizonte. La calma del mar contrasta con la vastedad del desierto, y en ese contraste encuentro la esencia de Sonora.
Luego está Puerto Peñasco, mejor conocido como Rocky Point. Un destino turístico que atrae tanto a locales como a visitantes extranjeros. Todos hablan de sus mareas, de sus atardeceres mágicos y de sus atractivos naturales costeros, favorecido todo el año por el más cálido sol. Se puede visitar la reserva de la biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, un lugar único de belleza desolada, flora y fauna inusuales y características geológicas notables. La vastedad y riqueza que tiene este estado es impresionante.
Los sonorenses tienen fama de ser gente dura y de carácter fuerte, pero hospitalaria. Viendo algunos videos de sus habitantes, noté cómo hablan de su tierra con orgullo. Ese orgullo desarrollado como recurso interior en la cotidianeidad, en sus tradiciones y su cultura, que surge al momento de enfrentar las adversidades.
Por supuesto, debo hacer una mención especial sobre la música norteña. En cada rincón de Sonora, el acordeón y la tuba marcan el ritmo de la vida diaria. Las canciones hablan de amores, de desamores, de la vida en el desierto. Hay algo hipnótico en esos ritmos, en esas letras simples que cuentan historias que podrían ser de cualquiera de nosotros.
De este estrado me seduce su autenticidad, su capacidad de abrazar contrastes. Es un lugar donde el desierto y el mar se encuentran, donde las tradiciones indígenas conviven con la modernidad. Me atrae el orgullo de su gente, su tranquilidad, su hospitalidad, su forma única de celebrar la vida y su actitud soñadora. Pero, sobre todo, me seduce la idea de que, en cada rincón de Sonora, hay una historia esperando ser contada, una historia de la cual cada uno de nosotros podemos ser también los protagonistas.
Todos los viajes que hacemos, sea por trabajo o por vacaciones, tienen una particularidad en común: nos hacen salir de nuestra zona de confort, de nuestra vida cotidiana, de nuestro centro de gravedad, o como quieras llamarlo. Siempre está el condimento de la sorpresa y de lo desconocido. Incluso si el viaje llega a ser un completo fracaso. Hoy, puede ser un gran día para planificar ese viaje. Te invito a Sonora, quizás puedas llevar también a esta cronista.
¡Hasta la próxima!

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